Editorial.
   
 

Parecía que no iban a llegar nunca, pero están llegando, aunque les cuesta. Si, hablamos de las TIC que se están metiendo lenta pero inexorablemente en nuestras vidas escolares. Y no nos referimos a que empiecen a usarse las computadoras en los centros, que hace mucho que vienen haciéndolo, sino que se empieza a tomar en serio la integración de las TIC en el medio escolar. Y son varios los motivos que nos inducen a pensar esto.

 
 
 

Uno de ellos es que ya se está investigando concienzudamente cuáles son las mejores metodologías para aplicar las TIC como un poderoso instrumento pedagógico. Estamos dejando atrás el comentario de experiencias puntuales de introducción de algunas tecnologías en el proceso, donde lo más llamativo era la novedad del evento, por encima de los resultados propios del mismo. Ya era un atrevimiento y un desafío la mera introducción en el aula de una máquina en la que había un programa que ayudaba a hacer unos ejercicios o comprender un contenido; o el hacer una búsqueda en Internet para llevar a cabo un trabajo. Ahora se persiguen procesos rentables, pedagógicamente hablando, y que cumplan los objetivos previstos.

Por otra parte se está percibiendo un cambio, que en realidad no nace de la escuela, como siempre, sino del desarrollo de la propia sociedad, y más en concreto de la realidad comunicativa de la comunidad Internauta. Tiene sus raíces en el cambio filosofía de la web a la web 2.0 y siguiendo. Ya no es suficiente con tener a disposición cantidades ingentes de información de todo tipo y acceder a ella de forma rápida, sino que se plantea la necesidad de interactuar con esa información, de poder opinar sobre ella, de dar una versión personal, esto es de participar en la creación de esa información, que antes era privilegio de unos pocos.

Esas ganas de participación ha generado que desde plataformas web se cree la posibilidad de que primero, cualquier persona pueda ofrecer su opinión sobre el tema que desee; y se ha andado un paso más cuando los lectores pueden dejar su opinión en las mismas, formando verdaderos encuentros virtuales de información y opinión. Esto lo ha permitido la aparición de la Bitácoras o los Blogs que han llenado de vida, y enriquecido la salsa de los pensamientos a través de todo el planeta, con la cada vez menor barrera del idioma. Ya no sólo se puede recibir información y conocimiento, sino que además se puede opinar sobre ella, crearla, difundirla,… participar en su construcción.

También se están viendo afectadas en gran medida las relaciones sociales con la llegada de la tecnología interactiva a la red. Nos estamos refiriendo a la posibilidad de que podamos entrar en contacto con personas de los lugares más remotos, o incluso cercanos y los incluyamos entre nuestro círculo de amistades, conocidos o cualquier otra terminología. Nos referimos a las redes sociales, que empezaron a esbozarse en el 2002 y están apareciendo cada vez más complejas, y con fines cada vez más diverso, incluso sin uno claro, porque muchas veces la relación no tiene que ser para algo concreto. Las redes sociales no son algo ajeno a la educación, estas formas de verdaderas comunidades de aprendizaje influyen de manera real y significativa en el proceso educativo de las personas, como ocurre con cualquier relación social que se mantenga.

Todos estos cambios, y otros más, vienen de la mano del milagro de la interactividad, que concuerda con el espíritu más ancestral del hombre, su interacción con el medio. Estos procesos no pueden dejar a la comunidad educativa al margen, ésta tiene que asumirlos, especialmente toda la filosofía de la interacción, permitir y favorecer que cada vez más el alumnado interactúe con cualquier material o proceso en el que se está educando. Participando en su propia formación, de manera activa, está adquiriendo la mayor de las potencialidades que la educación le permite y a la vez le exige, su propio desarrollo personal, su autonomía cognitiva, en definitiva su presentación como persona en un mundo cada vez más exigente y cambiante.

José Clares