Algunos
de nosotros coincidiremos en este tipo de eventos y aprovecharemos
también la ocasión para charlar o salir a
cenar con los amigos y compañeros virtuales que,
de repente, se tornan reales. Resulta que además
de poseer una dirección de correo electrónico,
de enseñarnos su trabajo cotidiano con las TIC en
el aula, de informarnos sobre diversos temas educativos
o de interés general, de discutir nuestras ideas
y hacernos pensar un poco más y de vivir lejos, incluso
allende los mares, también adquieren sustancia: ¡Tienen
presencia física!.
Y yo que sospechaba que
todo, todo era virtual. Con tanta actividad demostrada
-dar clase todos los días, investigar, aprender
nuevas tecnologías y estar a la última,
leer y escribir artículos, etc.- yo pensaba en
los miembros del DIM como en entes abstractos, todo mente,
capaces de estar en varios sitios a la vez haciendo muchas
cosas. Y no creo que sea algo excepcional, la mayoría
de los docentes, o una buena parte de ellos, comparten
las mismas prácticas.
Lo cierto es que el esfuerzo
puesto en común luce muchísimo más
que el empleado a título individual. Las aportaciones
que cada uno de nosotros hacemos al DIM se rentabilizan
enseguida porque se multiplican los resultados. Además,
están a disposición de todos.
Espero que los lectores
me disculpen por haber dedicado la sección editorial
del presente número a hablar sin modestia de nosotros
mismos, del grupo DIM. Quiero dar la enhorabuena a todos
mis compañeros y compañeras por el trabajo
diario bien hecho y animar a otros profesores y profesoras
a unirse al grupo.
¡Feliz verano!
Ángeles Gutiérrez
Coordinadora del nº 5 de la revista digital "Didáctica,
Innovación y Multimedia"
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