Editorial.
   
 

¿Tecnologías para todos? Los retos de la Inclusión Digital en la escuela.

A finales de marzo de 2007, más de cincuenta países (entre ellos España), ratificaban la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad, adoptada el 13 de diciembre de 2006 por la ONU. Esta Convención tiene el propósito de promover, proteger y asegurar el goce pleno y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales por todas las personas con discapacidad, y promover el respeto de su dignidad inherente.

Sin embargo, no deja de ser sorprendente que en pleno siglo XXI sea necesario elaborar una Convención para garantizar unos derechos que hoy nadie pone en entredicho. ¿Acaso alguien duda de que las personas con discapacidad tengan los mismos derechos que el resto de ciudadanos?, o que ¿puedan gozar de las mismas oportunidades, y en igualdad de condiciones, que los demás?.

 
 
 

Lo cierto es que aquello que parece tan obvio en la teoría no lo es tanto en la práctica. Sin ir más lejos, en los últimos cuatro años se han promulgado en nuestro país importantes leyes que vienen a ratificar y garantizar estos derechos, desde la Ley 51/2003 de igualdad de oportunidades, no discriminación y accesibilidad universal de las personas con discapacidad, hasta la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia; pasando por varios Planes Nacionales (de Accesibilidad, de personas con discapacidad), decretos y órdenes.

La misma LOE (Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación) se inspira, entre otros principios, en una educación de calidad para todo el alumnado adaptada de acuerdo con sus necesidades y prestando los apoyos necesarios tanto al alumnado que lo requiera como a los centros en los que están escolarizados; en una Educación inclusiva en la que todo el alumnado sea aceptado por igual, y donde la oferta de las adaptaciones curriculares y las ayudas necesarias garanticen que el aprendizaje de cada alumno sea satisfactorio, y en la Atención a la diversidad, con el objetivo de proporcionar a todo el alumnado una educación adecuada a sus características y necesidades.

En el artículo 144 se señala expresamente que "las Administraciones educativas promoverán programas para adecuar las condiciones (…) tecnológicas de los centros y los dotarán de los recursos materiales y de acceso al currículo adecuados a las necesidades del alumnado que escolariza, especialmente en el caso de personas con discapacidad, de modo que no se conviertan en factor de discriminación y garanticen una atención inclusiva y universalmente accesible a todos los alumnos".

Sin embargo, en la práctica, Universidades públicas implantan sistemas y plataformas de e-learning que no son accesibles para los estudiantes con discapacidad; los docentes elaboramos o recomendamos páginas webs para nuestros alumnos, que no cumplen con los estándares de accesibilidad; o utilizamos en el aula aplicaciones informáticas y contenidos digitales que presentan graves problemas de acceso para algunos alumnos con necesidades especiales.

Como señala Elena Gastón en uno de los trabajos que componen este monográfico, la informática en la escuela ha dejado de ser un material de apoyo para convertirse en una herramienta ordinaria para el uso en todas las asignaturas.

En efecto, si no queremos vulnerar el derecho que tienen todos los alumnos de recibir una educación de calidad, adaptada sus necesidades, y a participar en la Sociedad del Conocimiento, deberemos asumir el compromiso de la inclusión digital.

En contextos escolares, la Inclusión Digital se traduce en conseguir la máxima utilización de los recursos informáticos para atender al alumnado con necesidades educativas especiales; a través de la formación del profesorado en su transformación, uso y aprovechamiento; contemplando la adquisición y adaptación de hardware y software adecuado a las necesidades de este alumnado; garantizando la disponibilidad de tecnologías de ayuda para los alumnos que lo precisen; y fomentando la accesibilidad y el diseño para todos en la elaboración de recursos (tanto comunes como específicos) multimedia y servicios de red e Internet.

Esperamos que el lector que utilice las TIC en su práctica docente, encuentre en la lectura de los trabajos de este monográfico, así como en las experiencias y buenas prácticas que se muestran, las claves para garantizar que todos sus alumnos y alumnas, incluidos los que presentan necesidades especiales, puedan acceder a las tecnologías en igualdad de condiciones.

Como afirma Barinaga (2003), frente al riesgo real de la exclusión digital, la Sociedad del Conocimiento plantea una oportunidad para renovar el compromiso por la Inclusión.


Francisco Javier Soto Pérez
Coordinador de la revista DIM número 9

 


BARINAGA, R. (2003). Sociedad del Conocimiento y personas con discapacidad intelectual. Siglo Cero, 34 (1), Núm. 205, pp.54-61.